Algunos
sectores en donde confluyen pequeños ríos y arroyos
tributarios permiten hacer detenciones para bañarse o
reabastecerse de agua. A medida que se asciende, el número
de ríos y vertientes también se eleva junto con
la temperatura, así que es común detenerse bastante
más seguido todavía y tomar un "chapuzón
express".
Luego
de Ralco-Lepoy el camino desaparece quedando sólo una
huella, con mucha piedra y arena. Por lo que en este sector
el nivel de dificultad que se determinó fue 5. Otra dificultad
es que no existe señalética y hay senderos hacia
varios lugares, por lo que es fácil equivocarse en el
camino incluso preguntando a los lugareños.
Desde
Troyo, la temperatura desciende, lo que se marca más
durante la noche. El sendero vuelve a convertirse en camino
de ripio con pendientes algo fuertes.
El
camino entre Lonquimay y el Parque Conguillío lo hicimos
cruzando la Reserva Nacional China Muerta. Acá se nota
que la intervención del hombre ha sido mínima
y el paisaje es tan sorprendente que ni notamos la cuesta de
4 Km a la salida ni lo pesado de pedalear sobre arena volcánica.
Ya
a esta altura el camino era tan adrenalínico que llegamos
sin notar las distancias a nuestro destino final: Conguillío.
Mientras
íbamos de Conguilío a Curacautín nos dimos
cuenta que el camino de vuelta debe ser un "infierno",
así que no se olviden hacerlo de esta manera.
Entre
Conguillío y Curacautín hay un camino recién
construído, que no aparece en los mapas, que va hacia
Cunco. Desde ahí conecta a la Ruta de los Lagos, un próximo
desafío...